LA ACTIVIDAD ORGANIZATIVA COMO ACCIÓN VÁLIDA

Apuntes de la charla-intercambio realizada por Fernando García (CGCC13) en el Parque La Reja (Moreno, Pcia. de Buenos Aires, Argentina), el 3 de junio de 2006.

Introducción

Este será el testimonio de una experiencia personal y, como tal, no pretende tener validez universal. Les cuento lo que creo que viví, lo que siento y lo que pienso de ello, y esta constancia que dejo no desconoce otras experiencias. Mi experiencia podrá coincidir o no con la de ustedes, y esto es algo sobre lo que quisiera intercambiar.

De manera que, al contarles esto, no me preocupa si el tema no resulta novedoso y más bien resulta trillado, o si (paradójicamente) constituye una novedad: el interés es comunicar una experiencia, en la esperanza que esta comunicación pueda ser de utilidad a algunos. Por lo tanto, asumo el riesgo de aburrir hablando de cosas que podrían resultar obvias o archisabidas.

Aquí trataré de expresar un aspecto del cómo he experimentado el trabajo estructural “desde adentro”, es decir mi subjetividad referida al trabajo con otros y para otros. La subjetividad o el “motor interno” es lo que más cuenta en lo estructural, pero a menudo es sobre lo que menos se intercambia.

Sentado lo anterior, queda claro que no me ocuparé de los aspectos por así decir “técnicos” de lo estructural.[1] Para que se entienda de qué hablo, me limitaré a aclarar que, cuando me refiero a “estructuras” y al “trabajo estructural”, me estoy refiriendo a lo planteado por Silo en reunión semestral del Consejo 1, en mayo del 2000, en la ciudad de Roma, y ratificado por la Asamblea de Coordinadores Generales, acuerdo conjunto que permanece invariado hasta el día de hoy. Mi aporte conjunto de enero del 2005 da cuenta de ello.

Si bien Silo nos ha dicho todo lo fundamental que puede ser dicho sobre la acción válida, no creo que esté de más compartir nuestras vivencias en la aplicación de su enseñanza a un campo específico de nuestro quehacer como humanistas; en este caso, la formación de estructuras de militantes humanistas.

Aunque mi experiencia específica es en el sector estructural, creo que el tema de la acción válida en lo estructural no es ajeno a todos los sectores, en la medida que lo que está en juego en todo caso es la formación y desarrollo de conjuntos humanos. En otras palabras: nuestro papel activo en una construcción humana para la liberación social e individual.

¿Por qué hablar sobre esto ahora? Podría decir varias cosas. Quizá porque mi actual condición de ex-orientador de un consejo clausurado me da una perspectiva que antes no tenía. Quizá porque espero que esto sea de utilidad a algunos. Quizá porque mi testimonio es concomitante con la caída de la autocensura de estos tiempos… esperando (risueñamente) que a esta caída también le acompañe otra caída: la de la censura, para que este testimonio sea considerado benignamente.

La siguiente presentación será un tanto desestructurada; pero, en vez de dificultar la transmisión, quizá esto mismo ayude para que se aferre mejor lo que deseo transmitir. Tampoco pretendo hacer una presentación exhaustiva de todas mis vivencias de más de tres décadas, pero al menos espero dar una idea general del punto en cuestión. Necesariamente tengo que dar ejemplos personales y específicos acerca de cómo pensé, sentí y actué, pero quisiera que se los desechara o bien se los considerara de importancia menor en relación con la experiencia central: la actividad estructural como apoyo para el trabajo interno y viceversa.

Iré citando entonces algunas de las referencias más importantes que me dieron inspiración y aliento para emprender y sostener la actividad estructural con la óptica de la acción válida.

Por último, uso una manera de comunicar que me es congenial, por lo que me excuso por anticipado con aquellos a los que mi modo les resulte un tanto árido. Espero se pueda compensar con el intercambio informal entre nosotros.

¿Se puede hablar de lo estructural en sí en términos absolutos y universales?

No se puede hablar de lo estructural en sí, independiente de quien lo observa o lo practica. Como toda actividad, esta puede ser cargada con muy distintas intenciones, puede ser “mirada” de distintas maneras. Esta intención o “mirada” entonces será parte integral de “lo que es” la actividad estructural para quien la lleve adelante.

Obviamente no podemos considerar como definitivo un juicio sobre la actividad estructural en términos universales y absolutos simplemente sobre la base de la propia experiencia individual y a conocimientos particulares obtenidos en un ámbito restringido (geográfico, temporal, cultural, etc.) dentro de todo el universo de experiencia conjunta en tal sentido.

Por otra parte, “Teoría de la Organización” es sólo un instrumento organizativo conducente al objetivo de humanización. Pero, ¿cómo se lo emplea? ¿Cómo se lo implementa? He aquí que la subjetividad de los implementadores lo cargará como instrumento de felicidad y liberación crecientes o no tanto.

Mirando hacia atrás en los años de formación de cuadros, puedo advertir cómo teñí la actividad estructural con cosas que no le son propias, algunas positivas y otras menos. También el medio influyó sobre lo estructural a través de la gente que llegaba a las estructuras. Existía un momento histórico y una situación psicosocial. Incluso a menudo los roles que empleábamos en lo estructural eran traslados de roles propios de otros ámbitos. Y por supuesto cada uno llegaba con su propio paisaje de formación, que no era obviamente el de lo nuestro, sino el del medio.

Así es que la carga de subjetividad hace que las actividades estructurales puedan ser vividas esencialmente como actos indiferentes, o bien como actos contradictorios, o bien como acciones válidas. Más allá de los éxitos o fracasos externos, esta vivencia constituirá el íntimo registro y la memoria de la actividad estructural en cada uno. Eso será pues, para cada uno, la actividad estructural.

Asimismo, como toda conducta, la construcción estructural podrá tener un simple carácter catártico (de simple descarga de tensiones) o bien un carácter transferencial, de integración y crecimiento interno. Si es simplemente catártica, probablemente no esté movida por mucho más que la conocida tríada de sexo, dinero y prestigio, en sus multicolores variantes y combinaciones. Si la construcción estructural es transferencial, entonces podemos hablar de la acción válida.

¿Por qué la actividad estructural puede tener un valor transferencial?

Desde antiguo y reiteradamente sostuvimos que el Movimiento proponía la transformación social e individual de manera simultánea[2], de manera que nunca entendí estos dos términos como aislados, sino estrechamente relacionados. Se explicó que el trabajo interno se hacía en función de la transformación social; pero también se explicó cómo la transformación social podía ser un apoyo para el trabajo interno:

En apoyo de esto, cito algunos párrafos del antiguo "Libro de Escuela" [3]:

“Hay otro caso. El caso en que se hacen, se realizan actividades en el mundo, porque al realizar determinadas actividades, se va configurando en la estructura mental toda una unidad. Es decir, que se van haciendo cosas en el mundo, también en este caso, sin importar los objetos. Se van haciendo cosas en el mundo, no por descargar tensiones; en este caso se van haciendo operaciones en el mundo porque es un modo de ir integrando los propios contenidos. Y esta integración de los contenidos internos, y esta continua perspectiva que se va teniendo de los distintos procesos, usan al mundo como referencia, pero en este caso la valoración no está puesta en el mundo.”

“Y entonces es una forma, este moverse en el mundo, en que el siquismo se abre paso, y este siquismo va construyendo al mundo a su imagen y semejanza. Y es el avance de la conciencia y de la mente sobre el mundo, el que lleva a esta actividad, sin importar considerablemente los objetos.

Esto que va pasando en el mundo, que el mundo se va haciendo cada vez más humano, se va humanizando; esto de que el mundo cada vez va reflejando más la actividad de la mente humana, nos revela que es la mente la que considera al mundo como su punto de aplicación. Y nos revela que es la mente la que no considera a los valores como puestos en los objetos, sino que es la mente la que pone los valores en el mundo, es la que da categorías, es la que establece relaciones, es la que amplía su expansión.

Es la mente entonces, la que utiliza al mundo como su punto de aplicación. Y muchas de las actividades humanas tienen que ver, primariamente, con la descarga de estas tensiones hacia el mundo. Pero, en mayor profundidad, muchas actividades humanas se explican por la configuración interna que va haciendo la propia mente al aplicarse en el mundo.” [4]

Asimismo, en Psicología III, en el punto 1, Catársis, Transferencias y Autotransferencias. La acción en el mundo como forma transferencial, se dice:

“Sabemos que la acción, y no sólo el trabajo de las imágenes que hemos venido mencionando, puede operar fenómenos transferenciales y fenómenos autotransferenciales. No será lo mismo un tipo de acción que otra. Habrá acciones que permitan integrar contenidos internos y habrá acciones tremendamente desintegradoras.”

“Está claro que no es indiferente la acción que se realiza en el mundo. Hay acciones de las que se tiene registro de unidad y acciones que dan registro de desintegración. Si se estudia esto de la acción en el mundo, a la luz de lo que sabemos sobre los procedimientos catárticos y transferenciales, quedará mucho más claro el tema de la integración y desarrollo de los contenidos de conciencia.”[5]

Así, el trabajo transferencial no sólo se realiza “en laboratorio” (sesiones de Operativa, retiros, centros de trabajo, etc.), sino fundamentalmente empleando al mundo como punto de aplicación para la integración de contenidos. Sigue siendo mi firme convicción que no existe desarrollo interno o espiritual sin que se manifieste en el mundo como acción válida. Si no hay tal manifestación, no existe tal desarrollo. Encontré y encuentro que para mí el trabajo estructural es una de las mejores expresiones de esa aplicación al mundo con óptica de trabajo interno, como obra bondadosa y conciente.

La actividad estructural como forma transferencial: la acción válida

Es ineludible reflexionar sobre la acción estructural desde la óptica doctrinaria, ya que no está concebida como separada de nuestra doctrina y trabajo interno, sino como su herramienta en el mundo. Repasemos rápidamente, en las palabras de Silo, lo que conocemos acerca de la acción válida:

“¿Y cuál es el sabor del acto de unidad? Para reconocerlo te basarás en la profunda paz que acompañada de una suave alegría te pone en acuerdo contigo mismo. Este acto tiene por señal a la verdad más íntegra porque en él se unifican en estrecha amistad el pensamiento, el sentimiento y el hacer en el mundo. ¡Indudable acción válida que se afirmaría mil veces más si se vivieran otras tantas vidas!”

“Todo fenómeno que hace retroceder el sufrimiento en otros se registra en quien lo produce como un acto válido, como un acto de unidad.” [6]

Y también:

“¿Cuál es la base de la acción válida? La base de la acción válida no está dada por las ideologías, ni por los mandatos religiosos, ni por las creencias, ni por la regulación social. Aún cuando todas estas cosas sean de mucha importancia, la base de la acción válida no está dada por ninguna de ellas, sino que está dada por el registro interno de la acción. Hay una diferencia fundamental entre la valoración que parece provenir del exterior, y esta valoración que se hace de la acción por el registro que el ser humano tiene de lo que precisamente hace.

¿Y cuál es el registro de la acción válida? El registro de la acción válida es aquel que se experimenta como unitivo; es aquel que da al mismo tiempo sensación de crecimiento interno, y es por último aquél que se desea repetir porque tiene sabor de continuidad en el tiempo.” [7]

Así es que, desde entonces, me pareció que el campo del quehacer estructural no podía quedar exceptuado o desvinculado de la acción válida. La obra estructural como acción válida es una de las mejores expresiones de la “Regla de Oro”[8] en estos tiempos. Sin duda que trato a los demás como quisiera ser tratado cuando contribuyo a acercarlos a lo nuestro y a crear condiciones favorables para su crecimiento interno y su dar desinteresado.

El trabajo en Operativa como referencia para la actividad estructural

Y es aquí que, con un acercamiento práctico al tema de Operativa, puedo tener más referencias para el correcto tratamiento subjetivo de la actividad estructural a la luz de las características del trabajo transferencial. Por ejemplo y en breve:

1) El valor de las resistencias como indicador de posibilidad de desarrollo. Las resistencias me indican mis limitaciones para la obra, y su superación me ofrece la posibilidad de ampliar mi capacidad de humanizarme humanizando. Allí tengo mi personalidad y la de los otros, las dificultades del trabajo en equipo, el adecuado tratamiento de la diversidad en un plan conjunto, la necesidad de dar orientación al proceso sin inhibir la expresión de la diversidad, sino dándole un encuadre convergente, etc.

2) El valor de la persuasión de los contenidos. La confrontación no es conducente. Cómo se hace para pasar de líder a orientador en la propia cabeza, en la propia “mirada”.

3) Las diferencias entre trabajos catárticos y transferenciales. La diferencia entre lo compulsivo o mecánico, y aquello que integra, reconcilia, y abre el futuro.

4) La conveniencia de la distensión y la gentileza en estas materias. Todo forzamiento tiene su péndulo en términos procesales. Los procesos de las personas y los conjuntos tienen sus tiempos y sus ritmos. Cómo plasmar las características del guía interno (sabiduría, bondad y fuerza) en la tarea estructural.

La intención y el trabajo sostenidos y aplicados al acometer y superar en modo transferencial las resistencias que se presentan para la consecución del objetivo estructural tal como ha sido planteado, ponen condiciones para que identifiquemos, empleemos y desarrollemos lo mejor de nosotros mismos.

Al plantearnos el acometer y superar las resistencias, en modo transferencial, estamos poniendo nuestro horizonte de transformación más allá de nosotros mismos, porque las superaremos gracias a dejar de ser lo que somos o cómo somos, de ampliar y mejorar lo que somos o cómo somos.

Es gracias al vencimiento transferencial de las resistencias internas y a la ampliación de las propias virtudes y talentos que crece el conocimiento de nosotros mismos, la coherencia interna y externa, y con ello nuestra fuerza interna.

La relación con los participantes de nuestra tarea estructural

En unos viejos apuntes del 1974 (fin de etapa de individuos), “El Movimiento en la próxima rota”, La Compensación”, se nos planteaba la etapa de cuadros en la que entraríamos, en términos propios de la acción válida.

“En relación con el sistema el Movimiento tiene que compensar y/o contrarrestar la acción del sistema. Así, si el sistema es violento, el Movimiento es no‑violento. Si el sistema está desquiciado ideológicamente, el Movimiento es coherente ideológicamente y doctrinaria­mente. Si el sistema divide, confronta, separa, etc., el Movimiento mezcla y sintetiza. Si el sistema conflictúa y aumenta las contradicciones, el Movimiento supera el dolor, desconflictúa. Aquí hay un punto interesante y es que el Movimiento puede ser cada vez más bondadoso y dar afecto: estos son los dos sentimientos muy positivos que día a día se pierden en el sistema; razón de más para contrarrestar y tener bondad y afecto en el Movimiento y sus integrantes”. [9]

Ese sentimiento de base de la acción válida se reafirma, entre otros, en el seminario sobre La Mirada Interna y La Misión del 80. [10]

“Podrá quedar en claro la implementación de estas actividades; pero lo más im­portante de todo es: ¿Quién va a producir este mensaje?

“Por eso es que, antes de hacer ninguna cosa, será muy bueno que cada cual se examine y se diga: ¿es que quiero yo a la gente? ¿Verdaderamente quiero yo a la gente? ¿O digo que quiero a la gente? Si no quiero a la gente, más vale que busque otro tipo de actividades porque estas no son buenas. Ese es el punto.”

No podríamos tampoco declamar la actitud humanista a otros mientras, negándola con la actitud pragmática, no la practicamos con las mismas estructuras que formamos.

“En lo referente a la actitud que menciono, y que es posición común de los humanistas de las distintas culturas, debo destacar las siguientes características: 1. ubicación del ser humano como valor y preocupación central; 2. afirmación de la igualdad de todos los seres humanos; 3. reconocimiento de la diversidad personal y cultural; 4. tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado como verdad absoluta; 5. afirmación de la libertad de ideas y creencias; y 6. repudio a la violencia.” [11]

La reflexión sobre la acción pasada, presente y futura

Resulta obvia la diferencia entre la acción reflexiva y la acción irreflexiva, y las consecuencias que se derivan de cada una. De manera que para mí fueron siempre importantes las reflexiones (y la “meditación simple”) sobre la acción realizada, aquella en curso o la futura acción, pero no desde el punto de vista meramente organizativo, sino desde el punto de vista que plantea nuestra Doctrina.

Doy unos pocos ejemplos: fueron para mí importantes las consideraciones estructurales en términos del “dar” y del “recibir”, lenguaje propio de La Mirada Interna en Humanizar la Tierra. O bien, el considerar las siguientes citas en su aplicación a lo estructural.

XV. Dar y recibir

7. Recuerda los mejores momentos de tu vida y comprenderás que siempre estuvieron relacionados con un dar desprendido. Esta sola reflexión debería ser suficiente para cambiar la dirección de tu existencia... Pero no será suficiente.

8. Es de esperar que esté hablando para otro, no para ti, ya que habrás comprendido frases como: «humanizar la tierra», «abrir el futuro», «sobrepasar el sufrimiento en el mundo que te rodea» y otras cuantas más que tienen como base la capacidad de dar.

9. «Amar la realidad que se construye» no es poner como clave del mundo la solución a los propios problemas.

Me ha sido de gran utilidad reflexionar sobre cada una de estas frases en relación a la actividad estructural, y luego tratar de plasmar las conclusiones de esa reflexión en hechos y actitudes.

Y lo mismo puedo decir en cuanto a la coherencia interna y externa, propias de la tercera de las Cartas a Mis Amigos. [12]

Más referencia e inspiración: los siguientes párrafos de “El Paisaje Interno” me parecieron muy atinentes a lo estructural.

II. La Realidad

10. Por tanto, que tu corazón afirme: « ¡Quiero la realidad que construyo!».

VI. Centro y Reflejo

2. No hay aprendizaje, por pequeño que sea, que se cumpla sólo al contemplar. Aprendes porque algo haces con lo que contemplas y cuanto más haces más aprendes, ya que según avanzas se modifica tu visión.

3. ¿Qué has aprendido sobre el mundo? Has aprendido lo que has hecho. ¿Qué quieres del mundo? Quieres según lo que te haya sucedido. ¿Qué no quieres del mundo? No quieres de acuerdo a lo que te ocurrió.

IX. Contradicción y Unidad

10. Verdaderamente amarás cuando construyas con la mira puesta en el futuro.

15. En cuanto a la construcción en sí, donde pongas material defectuoso multiplicarás el defecto y donde lo pongas sólido, proyectarás la solidez.

26. Si quieres crecer ayudarás a crecer a quienes te rodean. Y esto que afirmo, estés o no de acuerdo conmigo, no admite otra salida.

XII. Compensación, Reflejo y Futuro

5. Si afirmas aquello que se busca a sí mismo, eso cuya naturaleza es transformarse, que no tiene saciedad y que por esencia está abierto al futuro, entonces amas la realidad que construyes. Esa es pues tu vida: ¡la realidad que construyes!

Por último, también me resultó inspirador apelar a “Los Estados Internos[13] como referencia de la situación en que me encontraba internamente en cuanto a la tarea estructural.

Los indicadores tangibles e intangibles de la construcción estructural

En El Paisaje Interno se afirmó: “Aún cuando sabio y poderoso, si no crece en ti y en quienes te rodean la felicidad y la libertad, rechazaré tu ejemplo”.[14] De manera que la felicidad y la libertad crecientes debieran ser los indicadores intangibles de la construcción estructural. Toda otra cosa no debiera ser sino el andamiaje que apunte a ello.

En “Acerca de lo Humano[15] se explicó: “Estudiemos la segunda cuestión, es decir: el propio registro de la humanidad en otros.

En tanto registre del otro su presencia «natural», el otro no pasará de ser una presencia objetal, o particularmente animal. En tanto esté anestesiado para percibir el horizonte temporal del otro, el otro no tendrá sentido más que en cuanto para-mí. La naturaleza del otro será un para-mí. Pero al construir al otro en un para-mí, me constituyo y me alieno en mi propio para-sí. Quiero decir: «Yo soy para-mí» y con esto cierro mi horizonte de transformación. Quien cosifica se cosifica, y con ello cierra su horizonte.”

De modo que habrá un modo de ponerse ante la actividad estructural que resuene con esta sensibilidad y otro modo que desafine con ella. Aquellos que me acompañan en la construcción estructural y aquellos a los que alcanzo con ella no podrán tener un sentido en cuanto “para-mí”, ya que de ese modo cosifico y así me cosifico y cierro mi horizonte de transformación. Quizá podré tener grandes logros en el mundo, pero a costa del desarrollo de mi unidad interna y la de otros.

Sigamos: “En tanto no experimente al otro fuera del para-mí, mi actividad vital no humanizará al mundo.” Construiría en mí una realidad deshumanizada, construiré una realidad que no podré amar, y a mi influencia será deshumanizante.

Y luego: “El otro debería ser a mi registro interno, una cálida sensación de futuro abierto que ni siquiera termina en el sin sentido cosificador de la muerte.

Sentir lo humano en el otro, es sentir la vida del otro en un hermoso multicolor arco iris, que más se aleja en la medida en que quiero detener, atrapar, arrebatar su expresión. Tú te alejas y yo me reconforto si es que contribuí a cortar tus cadenas, a superar tu dolor y sufrimiento. Y si vienes conmigo es porque te constituyes en un acto libre como ser humano, no simplemente porque has nacido «humano». Yo siento en ti la libertad y la posibilidad de constituirte en ser humano. Y mis actos tienen en ti mi blanco de libertad. Entonces, ni aun tu muerte detiene las acciones que pusiste en marcha, porque eres esencialmente tiempo y libertad. Amo, pues, del ser humano su humanización creciente. Y en estos momentos de crisis, de cosificación, en estos momentos de deshumanización, amo su posibilidad de rehabilitación futura.”

Esto tampoco lo entendí como un rapto poético descomprometido con la acción. En el momento de tomar decisiones estructurales, o al llevarlas adelante, se bifurca el sendero entre esa ética enunciada y, por ejemplo, el reflejo posesivo de control, de manipulación, de generación de dependencia, de beneficio personal: de consificación. Allí estuve innumerables veces plantado frente al dilema: “o te decides por el laberinto de la vida consciente (y lo haces con resolución)”[16], o traiciono las intenciones que me he propuesto o declamado a otros.

¿Y cómo se hace para sentir lo humano en el otro? En mi caso fue, entre otros factores, gracias al ejercicio de tomar contacto con lo humano en mí mismo y al querer verlo en los otros que me rodean en la construcción estructural. Por ejemplo, como se dice en El Paisaje Interno: “Importa pues que dirijas tu atención a las mejores cualidades de las demás personas porque impulsarás hacia el mundo lo que hayas terminado de configurar en ti.” [17]

Me dije que escaso eco tendrían estas palabras de Silo si se las confinara a cómodas conversaciones de salón en especiales ocasiones. Me propuse que estas palabras se plasmaran cotidianamente en toda mi vida y, particularmente, en la actividad estructural. Obviamente, como todo lo que hoy les cuento, a veces pude cumplirlo y a veces no, pero eso me dio una dirección mental más convergente con lo nuestro y mejores resultados que si nunca me lo hubiera propuesto.

Entre otros, hay un indicador intangible que también hace globalmente a lo estructural: “Por tanto, que tu corazón afirme: « ¡Quiero la realidad que construyo!».[18] Esta me sirvió como indicador interno con respecto a mi actividad estructural, y para ello no sólo tuve en cuenta el desarrollo de la estructura en sí, sino mi relación interna con ella, mi modo de verla y de orientarla. Por ejemplo, no fue lo mismo considerar la estructura como instrumento para lograr algo que termina en mí, que considerarla como punto de aplicación de mi dar desinteresado. Y esto no pasó por argumentaciones intelectuales, sino por un íntimo sentir con el que honestamente tuve que hacer las cuentas momento a momento.

El sentimiento religioso: motor de la obra estructural como acción válida

Les cito las palabras de Silo al respecto, en 1977, durante la etapa de cuadros, y que me dio gran inspiración en su momento:

… pero con respecto a la Orden será distinto, ya que estará formada por hombres y mujeres capaces de cambiar no sólo su destino personal sino el destino de la humanidad.

Necesitamos espíritus amplios y generosos. Espíritus tenaces aún cuando el mundo caiga a pedazos en su derredor. Gentes con un gran espíritu religioso que les permita sentir a su tarea dentro de un proceso mayor trascendente a la individualidad pequeña, vacilante y mezquina.

Necesitamos místicos en el mejor sentido de la palabra.” [19]

Silo nos ha ofrecido por décadas su ejemplo personal, mostrando como orientador estructural que el sentimiento religioso puede acompañar la construcción estructural en base a un plan complejo, preciso y sistemático.

Quizá podría ser difícil entender cómo una gran carga emocional puede acompañar esta obra sostenida por años contra todo tipo de dificultades externas e internas. Es decir, entender cómo se pueden conjugar en una misma persona la adhesión férrea a una racionalidad de la acción en base a un plan conjugada con una fuerte carga emotiva de sentimiento religioso.

Sin embargo, es precisamente la acción válida, en su mejor expresión y para su mayor alcance, la que apunta a la construcción estructural grande y duradera, que pueda desarrollarse en el tiempo más allá de quienes la pusieron en marcha.

Quizá la construcción estructural a largo plazo y en base a un plan pueda ser sostenida por otros factores, pero doy testimonio que es posible hacerlo impulsados por un sentimiento fuerte y profundo, no sólo ligado a un proyecto sino a la gente. En mi caso, no podría haberlo hecho sin ello.

Como dice El Mensaje de Silo: Si no eres indiferente al dolor y sufrimiento de los demás, debes hacer que coincida lo que sientes con lo que pienses y hagas para ayudar a otros.” [20] Y la construcción estructural es un instrumento tan o más idóneo que otros posibles para ayudar a otros.

Y también: “El ser humano en su bondad, en la eliminación de las contradicciones internas, en sus actos conscientes y en su sincera necesidad de evolución, hace nacer su espíritu. Para la evolución son necesarios el amor y la compasión. Gracias a ellos es posible la cohesión interna y la cohesión entre los seres que posibilitan la transmisión del espíritu de unos a otros. Toda la especie humana evoluciona hacia el amor y la compasión. Quien trabaja para sí en el amor y la compasión, lo hace también para otros seres.” [21]

De manera que no hay un antagonismo intrínseco o congénito entre la acción válida y la actividad estructural, sino una estrecha relación de mutuo refuerzo. El trabajo organizativo con la gente que se acerca a lo nuestro puede ser –para quien así lo intencione- una ampliación de la acción válida, y puede estar imbuido de un profundo y fuerte sentimiento religioso que halla su mejor expresión en la construcción y desarrollo de conjuntos humanos organizados para su mejor influencia humanizadora.

Entre tantas rarezas de este mundo, no es de descartar que exista un porcentaje de la población –aunque pequeño- que encuentre gran gusto en ser voluntarios de un equipo que trabaja organizadamente para otros. No es de descartar que haya un porcentaje de la población que asuma compromisos, que sea permanente en esta tarea, y que quiera mayor esclarecimiento sobre nuestros temas. ¿Por qué no? Y más será ese porcentaje cuando el imperio de las circunstancias así lo exija. Y con ellos trabajaremos entonces formando esos cuadros que motoricen fuertes acciones conjuntas de cambio en el medio, influyendo sobre millones.

Por otra parte, tampoco se ve que otras formas de trabajo con la gente impidan la acción válida, de manera que cada cual verá de hacerlo con la forma que más le es congenial.

Aun para los no creyentes, la obra estructural puede ser una forma de inmortalidad [22] y por cierto lo es, en tanto sea una acción válida, para los creyentes, según lo que se explica, por ejemplo pero no sólo, en El Mensaje de Silo inspira una profunda religiosidad. El Espíritu Humano.

Empleando las herramientas de trabajo interno como apoyo cotidiano para la actividad estructural

Si se parte tomando al registro de unidad o coherencia interna como referencia, como “centro de gravedad”, lo estructural se vive y se implementa de otra manera, una manera más proclive a la coherencia externa, en el sentido de tratar a los demás como querríamos ser tratados. Así es que constantemente y cotidianamente apelé a las herramientas de trabajo interno como apoyo para la actividad estructural.

Los Principios de la Acción Válida. Encuentro que, como ética, los Principios no se pueden “cumplir” (como cuando se adhiere a una moral externa), sino que es conveniente poner una “mirada”, una copresencia, una dirección mental conducentes a la acción válida. Buscando esos registros de coherencia traté de actuar en lo estructural. Asimismo, me sirvieron para reflexionar sobre la acción y, por comprensión, para perfeccionar y ampliar esa acción. Por otra parte, siempre traté de tener presente que los Principios -y lo por lo tanto la acción válida- no están planteados en términos “exitistas”, de garantía de “éxito” externo, sino de felicidad y libertad crecientes, de liberación interior.

El Guía Interno. He tratado de lograr acuerdo entre mi rol de orientador y la referencia del Guía. He pedido constantemente al Guía Interno para tener la sabiduría, bondad y fuerza necesarias para cada momento o evento estructural.

El Trabajo con la Fuerza me ha hecho recobrar la perspectiva y la fuerza necesarias para reorientar o redoblar la tarea estructural.

La atención dirigida (distensa) me ha acompañado como estilo cotidiano aumentando mi lucidez y dándome un “centro de gravedad” interno para la tarea estructural.

Los retiros, centros de trabajo, trabajo personal en reuniones, etc. recargaron mis baterías internas para volver a la tarea estructural con renovadas fuerzas e inspiración.

Toda otra herramienta o práctica de trabajo interno que, aunque no estuviera aplicada directamente a la actividad estructural, sin embargo indirectamente la habilitaba y reforzaba.

El ejemplo viviente de Silo

Habiendo vivido mi etapa estructural como primera instancia del Consejo 1 orientado por Silo, doy testimonio que él ha sido, aun como orientador estructural, el mejor modelo viviente de las inspiraciones que aquí expongo. Esto ha sido un magnífico apoyo, ya que encarnaba perfectamente la acción válida en lo estructural. Así su imagen o su recuerdo me sirvieron de guía en incontables ocasiones. Junto con toda su Obra, a él agradezco profundamente el mejor ejemplo y, por cierto, descargo de toda responsabilidad por las brechas que existieron entre su ejemplo y mis logros.

El trabajo en equipo en la actividad estructural

En el antiguo “Libro de Escuela”, en el capítulo acerca del trabajo en equipo,[23] se nos sugería trabajar en equipo en base a registros de distensión, ya que fácilmente se tiende a tratar de poseer las ideas, a tratar de poseer la situación, lo que atenta contra el buen trabajo en equipo. O sea, que el trabajo en equipo –característico del trabajo organizativo- nos pone de frente a nuestra posesividad. Ante ello, podemos responder de manera catártica o bien transferencial. La acción válida será esa forma transferencial y un apoyo de utilidad ha sido para mí la atención dirigida acompañada de registros de distensión.

Lo estructural como actividad para el “tiempo libre” o como centro de gravedad de la propia vida.

Por cierto que la actividad estructural como acción válida tomará una profundidad y un alcance distintos según la posición que aquella ocupe entre nuestros intereses. Este es un factor que ha sido formulado de distintas maneras y, como ejemplo, cito un texto de La Comunidad, de los tiempos en que al Movimiento se lo conocía con esta denominación.

Ubicación frente a la Comunidad.

“El punto decisivo para un miembro de la Comunidad, se refiere a cómo ubi­ca a ésta entre sus diversos intereses personales. Si considera a la Comunidad como un objeto permu­table por otros, seguramente obtendrá resultados anec­dóticos. Si, en cambio, utiliza a la Comunidad como refe­rencia de vida, sus diversos intereses personales se or­denarán de acuerdo a prioridades y obtendrán coheren­cia. Utilizar una referencia en un mundo personal y so­cial en continuo cambio en lugar de limitar posibilidades da sentido, concentra fuerzas dispersas e impulsa el de­sarrollo. Ubicar a la Comunidad como una referencia, ayuda a superar la desorientación.”

“Algunas personas pueden entender las experiencias que se realizan en la Comunidad, bajo una faz terapéu­tica. Si reflexionan correctamente, comprenderán que su equilibrio y desarrollo personal no es cosa que pueda lo­grar una terapia sino que es una cuestión más profunda referida al sentido de la vida, a referencias claras y al compromiso con actividades que trascienden lo personal. Nadie soluciona sus problemas por pensar continua­mente en ellos. Es la actividad bien orientada, la que ter­mina superando a los problemas. Pero esto no es tan fá­cil de efectuar en base a simples propuestas individuales. Debe haber una actividad organizada que sirva de re­ferencia a las actividades particulares y eso puede hacer­lo la Comunidad.” [24]

Obviamente que la mera praxis de militancia no bastará para el cambio personal, porque la acción válida lo es por registro de lo que se hace, más que por lo que se hace. Pero el hecho de poner lo conjunto como referencia a la que se aspira pone las mejores condiciones para el tratamiento de las cuestiones personales, pone un enmarque que ayuda a proporcionar el “yo” en relación al “nosotros” y en función de una acción válida en el mundo.

La mirada interna y la mirada externa en la actividad estructural.

La mirada externa de lo estructural advierte lo objetal o lo tangible de la construcción: número de miembros y su estructuración, cantidad de fondos de colecta, número de copias de materiales, comunicaciones, logística, potencia de la actividad, movilidad, etc.

La mirada interna atiende a otros aspectos tales como el trabajo personal de los miembros, a su esclarecimiento ideológico y doctrinario, al tipo de relación entre los miembros y entre la estructura y su medio, atiende a las direcciones mentales, atiende a la coherencia entre el mensaje que se da y lo que luego se practica, etc. Es decir, atiende a la subjetividad que está en juego en todo esto, ya que se trabaja con gente apuntando a una relación de mutua liberación y alejada de toda cosificación.

Una mentalidad afín al pragmatismo ingenuo podría creer que nuestros resultados en el mundo (lo tangible) pueden ser disociados del factor subjetivo (lo intangible), sin advertir el “lucro cesante y daño emergente” que el atropello de lo subjetivo ocasiona precisamente en nuestro avance en el mundo.

Ambas miradas deben ser conjugadas adecuadamente, ya que ambas son necesarias para la construcción en la medida que se trata de un proceso de humanización social y personal. Nuestro proyecto no es simplemente social, político, cultural, etc., sino psicosocial.

La dirección mental en la actividad estructural

La dirección mental da una orientación general a la conducta. La dirección mental se establece en base a la imagen de futuro al que se aspira. Esta imagen, emplazada allí en el futuro, es la que irá orientando e hilvanando nuestras opciones y acciones específicas paso a paso hacia la consecución del objetivo general que es nuestro propósito. Esto es lo que también explican “Los Aforismos[25] en otras palabras.

Es entonces de importancia examinarse para comprender la imagen de futuro que está operando dentro nuestro en cada momento de proceso, sobre todo en la condición de origen de este.

La medida de la coincidencia o no de nuestra imagen con las que plantea la Doctrina nos dará también la medida del posible desvío o desencaje de nuestro proyecto estructural con respecto al plan general.

El crecimiento interno con la acción válida se dará también en la medida en que lo personal cada vez más contribuya o se ajuste a lo no-personal, a lo que trasciende lo personal. Por el contrario, el querer forzar (en vano) lo no-personal para que se ajuste a lo personal producirá diversos grados de desadaptación con el conjunto y, por tanto, de incoherencia interna y externa. La intención sostenida de tratar lo estructural como acción válida da una dirección mental.

Presencia y copresencia en la actividad estructural

La imagen de futuro que queremos lograr actúa copresentemente durante el quehacer de la actividad estructural paso a paso.

Pero también en la copresencia son de ayuda otras imágenes copresentes y estas son, por ejemplo, las referidas a la dimensión interna de la gente con la que realizamos nuestra obra. La subjetividad es la fuente de nuestros aciertos y el motor de nuestra tarea.

Por ejemplo, ya en la copresencia de toda estructura está la clausura del consejo en proceso, y esta sola imagen futura que impacta sobre el presente debiera ser motivo de reflexión y de adecuación de la orientación a ese futuro de desposesión.

Me pareció siempre importante este tema de la copresencia, porque la misma actividad varía para mí y para otros si varía lo que actúa desde la copresencia. Las copresencias son muchas y variadas, por ejemplo, el ejemplo de Silo, las referencias doctrinarias, el compromiso con los pares, la memoria conjunta, etc.

El trabajo estructural y la propia estructura como espejo donde mirarse

Ya en el lejano 1974 se propusieron la pulcritud, la permanencia y el tono como aspectos integrales de aquellos “Oficios” que servían de antesala a las “Disciplinas”. A varios de nosotros no se nos escapó la interesante relación entre esos aspectos y la actividad estructural. La pulcritud, la permanencia y el adecuado tono que corresponden al buen “oficio estructural” hallan en lo estructural un excelente campo de ejercicio. El mayor o menor grado de desarrollo de estos aspectos se plasman en la obra, y uno la puede observar desde esa óptica.

Así como se dice “de tal palo tal astilla”, algunos hemos advertido las correspondencias que existen entre las características del orientador y las de la estructura que orienta. Esto es un interesante ángulo de reflexión y, por tanto, de perfeccionamiento de la acción válida.

Aprendiendo también de lo que no es acción válida en la actividad estructural

La subjetividad del que lleva adelante la tarea estructural puede alejarse de la acción válida para dar lugar a conductas que atentan contra su propia unidad interna y contra el proyecto mismo. Se es humanista cuando se actúa como tal y se deja de serlo cuando como tal no se actúa.

El modelo organizativo en sí mismo es muy posibilitario, pero a veces la implementación personal de ese modelo lo carga con connotaciones que le son ajenas. Así, por ejemplo, son ajenos a nuestra forma organizativa el autoritarismo, la verticalidad, la “obediencia debida”, el protagonismo desmedido, la competencia exacerbada o desleal, los “celos profesionales”, la manipulación psicológica para fines personales, y demás indignidades impropias de la obra.

A esto aluden las palabras duras pero no menos ciertas de Silo en la Quinta Carta a Mis Amigos [26], pero citarlas nos haría esto muy largo y se nos desproporcionaría el tratamiento del tema [27].

El pragmatismo inmediatista, el exitismo, la justificación de los medios por el fin, la utilización de las personas, el gradualismo tramposo, los autoritarismos, los maquiavelismos, los personalismos, etc. son todas actitudes que no condicen con la actividad estructural como acción válida. Todo ello es “sistema” y lo que es “sistema” no tiene cabida en lo nuestro.

Un desvío típico surge cuando lo particular se desproporciona con respecto a lo conjunto. Por ello es que creo que hay que tratar que lo particular se ajuste lo más posible a lo conjunto, en vez de tratar de forzar (en vano) para que lo conjunto se ajuste a lo particular.

Aquello de que “el fin justifica los medios” nos es ajeno. Por lo tanto, sería moralmente repugnante que utilizáramos formas de violencia física, económica o psicológica, o bien de discriminación, manifiesta o larvada, para lograr nuestro objetivo organizativo. Precisamente, nuestra “no violencia” se define como intolerancia ante todas las formas de violencia.

Nuestro proyecto no es simplemente de éxito en el mundo, sino que es un proyecto integral que implica una nueva subjetividad, una nueva sensibilidad. De manera que, paradójicamente, el logro de tal objetivo se aleja en la medida que traicionamos esa sensibilidad. La revolución total que proponemos (social, cultural y psicológica) no está sólo en el futuro, sino en la intención presente de realizarla en la actividad estructural.

Sería incoherente aplicar dos medidas o patrones distintos, uno para afuera y otro con la estructura. Y también sería incoherente declamar a otros lo que no practicamos entre nosotros.

Por supuesto que no me refiero a los errores en buena fe que pueden ser reparados doblemente, sino a los errores de dirección mental que implican una resignación cínica ante las propias compulsiones.

Dejando de lado todo dramatismo, estas consideraciones de los errores a evitar y de los errores en los que he incurrido también me orientaron en mi tarea estructural, y para mí fue como un taller de actitud humanista donde aprendí haciendo y reflexionando sobre lo hecho, tanto con mis aciertos como con mis errores.

El futuro de la actividad estructural (o bien, “si tuviera que hacerlo de nuevo”)

Hace mucho tiempo se nos explicó que la forma organizativa del Movimiento es funcional a su tarea en este momento histórico. O sea, que mientras el sistema siga organizado, nosotros también seguiremos organizándonos.

En la medida en que no exista aún una sociedad humanizada y libertaria, las formas organizativas seguirán siendo andamiajes útiles para construirla. Cuando la obra esté concluida, quizá podremos dejar de lado o cambiar los andamiajes organizativos.

De modo que las formas organizativas no son opuestas a nuestra tarea en el mundo, pero no son obligatorias. No son para quienes no se sientan cómodos con ellas. De tal manera que quienes aprecien lo nuestro y lo quieran difundir sin nuestras formas organizativas o con otras, o bien no quieran compromisos ni tareas organizadas, pueden apoyar como adherentes del Movimiento Humanista.

El tema organizativo es ineludible, y sólo se lo puede soslayar a costa de lo conjunto. Todas las acciones y realizaciones grandes y potentes que queremos plasmar en el mundo necesitan de una organización eficaz. Organismos, frentes de acción, coordinadoras nacionales, regionales humanistas, etc. necesitan ser organizados para que cumplan su mejor cometido.

En todo caso, los grandes planes que tenemos necesitan de militantes que los lleven adelante con una cierta permanencia, un cierto compromiso y un cierto esclarecimiento: lo que tradicionalmente conocimos como “miembro de estructura”.

Ese sentimiento religioso grande y bueno que nos impulsa a humanizar la tierra puede tener una expresión organizativa. Esta expresión organizativa podrá y deberá estar imbuida de los mejores sentimientos y comportamientos acordes con la finalidad de la obra.

Hoy más que nunca, después de la experiencia de tantos años, sigo teniendo la firme convicción que el trabajo organizativo con otros es útil no solamente para uno mismo, sino que nuestro trabajo organizativo es necesario, posible y deseable para millones en estos tiempos y los que se avecinan.

El modelo estructural propuesto, desarrollado y orientado por Silo, es una gran herramienta para que nuestro mensaje y nuestra propuesta sean plasmados en el mundo. Por años esa herramienta se fue perfeccionando por la experiencia conjunta y con ella logramos todo lo que hoy somos y podemos.

Desde el comienzo mismo, nuestro tipo de organización fue definido como “estructural”, o sea, ni vertical ni horizontal, sino como una estructura dinámica en la que la energía no fluye solamente en una dirección entre la conducción y la base, de manera que la orientación general surgiera de la retroalimentación entre niveles de participación, del intercambio de experiencia conjunta, de la construcción de los acuerdos conjuntos, etc. Por el contrario, nuestro modelo organizativo no es el de una ONG, ni una cooperativa, ni una multinacional, ni un ejército (ni siquiera “de salvación”). De manera que nuestra forma es apta para lo que nos interesa. El modelo organizativo común a todos es, según Silo, factor de cohesión en un Movimiento en que nos interesa su diversidad, pero también su convergencia.

Nada tendrá de malo que exista una diferenciación de funciones y una diferenciación de niveles de participación (en base al “trabajo eficaz”), si ello hace la tarea conjunta más fácil y más eficaz en el mundo, y si ello hace que cada miembro de la estructura esté mejor de lo que estaría en un ámbito desorganizado donde todo quedara librado al personalismo y a la espontaneidad sin inteligencia. Todo lo contrario: esa organización será fuente de aliento y satisfacción personal y conjunta.

Dentro de mí mismo he hecho y renovado un esfuerzo interno para lograr una especie de “jubileo” y reconciliarme con todos los errores de paso de danza (míos o ajenos) pero que no le restan valor a la danza misma. Hoy lo sigo haciendo y trataría de despojar a lo estructural de todo aquello cuya inutilidad o inconveniencia quedó demostrada, y que no pertenecían al trabajo estructural en sí, sino al “agregado” que le puse.

El 4 de mayo del 2004, en Punta de Vacas, Silo declaró:

“Queridos amigos.

Hemos fracasado... ¡pero insistimos!

Hemos fracasado pero insistimos en nuestro proyecto de humanización del mundo.

Hemos fracasado y seguiremos fracasando una y mil veces porque montamos en alas de un pájaro llamado “intento” que vuela sobre las frustraciones, las debilidades y las pequeñeces.”

Tengo la firme convicción de que ese “intento” del que hablaba no se refería a todo el bagaje del Movimiento, pero exceptuando la formación de estructuras grandes e influyentes.

Qué oportuno sería que se plasmara en la actividad estructural esa nueva sensibilidad que allí anunciaba:

“Si se me apurara a precisar lo enunciado más arriba diría que la gente, aunque esto se haya repetido desde hace tres milenios, hoy experimenta novedosamente la necesidad y la verdad moral de tratar a los demás como quisiera ser tratada. Agregaría que, casi como leyes generales de comportamiento, hoy se aspira a: 1.- una cierta proporción, tratando de ordenar las cosas importantes de la vida, llevándolas en conjunto y evitando que algunas se adelanten y otras se atrasen excesivamente; 2.- una cierta adaptación creciente, actuando a favor de la evolución (no simplemente de la corta coyuntura) y haciendo el vacío a las distintas formas de involución humana; 3.- una cierta oportunidad, retrocediendo ante una gran fuerza (no ante cualquier inconveniente) y avanzando en su declinación; 4.- una cierta coherencia, acumulando acciones que dan la sensación de unidad y acuerdo consigo mismo, desechando aquellas que producen contradicción y que se registran como desacuerdo entre lo que uno piensa, siente y hace.” [28]

La tarea estructural es una tarea que puede ser emprendida como un “taller de amor y compasión”, en el sentido de El Mensaje de Silo, o sea, como acción válida. O sea, retomar el sentido original que a mi ver siempre tuvo.

La tarea estructural puede ser el taller en el que sus mismos operadores se irán humanizando por poner su mirada y su acción en humanizar el medio en que les toca vivir.

Las estructuras pueden ser definidas o entendidas de muy distintas maneras, pero queda el hecho de que para el militante que las lleva adelante la tarea estructural deberá ser llevada adelante como acción válida o no tendrá sentido para él y, al perder el sentido, contaminará a otros con su sinsentido.

El medio social está muy deteriorado y las personas en malas condiciones y desvalidas. La organización puede ofrecer un ámbito en el que se vaya experimentando la nueva civilización que está naciendo.

Será bueno proveer el ámbito, los instrumentos y la pericia necesarios para que la gente se humanice mientras humaniza a otros.

Será bueno proveer amistad, ayuda y experiencia (como proponía La Comunidad) para que la gente se humanice mientras humaniza a otros.

Esa organización deberá proveer el mejor trato para sus participantes. Deberemos compensar al medio en su desestructuración de las relaciones interpesonales: en cuanto a la orfandad, la desprotección, el mal trato, la falta de comunicación, la soledad, la cosificación, la falta de diálogo, etc.

Allí donde en el medio hay manipulación, aquí habrá persuasión o acuerdo. La orfandad será compensada con ayuda, la desprotección con protección, el mal trato con amor y compasión, la falta de comunicación con comunicación directa, la soledad con compañía, la cosificación con la consideración de la situación vital existencial propia de cada uno, la falta de diálogo con un acercamiento genuino al otro, etc. Si el Movimiento Humanista es también, como dijo Silo, un refugio[29], entonces ese refugio deberá tener las características de tal.

Será una renovación de las formas organizativas de manera que estas no sirvan sólo a quienes las componen, sino también al medio que es su destinatario; que no sirvan a engrandecer la imagen de sus protagonistas, sino a la felicidad y libertad de todos sus miembros; que lo más importante sea el “nosotros” en el que no haya jefes ni subordinados; que no haya unos por debajo de otros; que no haya paternalismo sino ayuda solidaria para ayudar a que el otro crezca y avance con sus propios medio, donde el respeto por la diversidad no sea sólo declamado, etc.

Necesitamos una nueva sensibilidad para la formación de las estructuras acorde con los nuevos tiempos. Estas serán las que tendrán capacidad de plegamiento de multitudes.

Necesitamos una reflexión y un examen para elegir los atributos intangibles de los que queremos imbuir las nuevas estructuras, y dejar de lado aquello que reconocimos como inadecuados, obsoleto, etc.

Para esto necesitamos poner los primarios allí donde siempre han sido planteados: las estructuras no son instrumentos para agrandar el yo, sino para elevarlo y proporcionarlo en función de una tarea que trasciende lo individual en una gran acción válida.

A mi ver, la mejor manera de abocarse a la construcción estructural es con la actitud de quien realiza una acción válida a largo plazo, que involucra el presente y futuro de millones de personas. Esa acción válida estará hilvanada por incontables acciones específicas que irán construyendo una realidad. Y será esa actitud la que podrá hacer que afirmemos día a día “amo la realidad que construyo”.

Con el modelo estructural no estamos construyendo simplemente “una organización poderosa y exitosa”, sino el puente que unirá la prehistoria humana con la civilización planetaria cálidamente humana. En la implementación del modelo estructural deberán irse entreviendo las características de la nación humana universal a la que aspiramos.

Tomando los términos de la “digresión” de Silo, en su conferencia del 17 de mayo pasado, creo que nuestra organización debiera apuntar a ser portaestandarte de esa estructuración de conciencia no violenta, y a que esta forme parte del entramado psicosomático y psicosocial del Movimiento. [30]

Será bueno reconocer el “fracaso” de las viejas actitudes y de los viejos procedimientos que tiñeron la construcción estructural, y dejar de atribuirlos alucinatoriamente a la construcción estructural misma. Asimismo, será más provechoso dejar de buscar culpas y culpables, si así fuera, y retomar la tarea con una nueva actitud.

Porque si dejáramos de lado el modelo organizativo o la actividad estructural por los errores cometidos en su nombre, también coherentemente deberíamos dejar de lado el mensaje con el que también a veces falló nuestra coherencia. Y esto nos resultaría claramente un despropósito y, peor aun, una gran ganancia para el sistema.

Aquí cabe citar las palabras de Silo que dicen: “Por ello es necesario comprender procesos más amplios que simples coyunturas y apoyar todo lo que marche en dirección evolutiva aún cuando no se vean sus resultados inmediatos. El descorazonamiento de los seres humanos valerosos y solidarios retrasa el paso de la historia.” [31]

Las frases sobre Contradicción y Unidad, capítulo IX de El Paisaje Interno [32] me parecen muy adecuadas como apoyo para una provechosa reflexión sobre lo estructural de ahora en más.

Para terminar: mi postura es que hoy más que nunca es necesario, posible y deseable renovar el entusiasmo por el trabajo estructural u organizativo, pero ahora imbuyéndolo de esa nueva sensibilidad que sentimos en nosotros y que vislumbramos en otros: la mística de la acción válida, la sensibilidad propia de ese futuro al que aspiramos.

Espero que se hayan divertido. ¡Paz, Fuerza y Alegría para todos!

***

Nota final: A este testimonio le siguió un intercambio entre los presentes sobre el tema tratado. Sobre esta base, en las semanas siguientes se realizaron intercambios similares en otros grupos.


Anexo 1 [33]

IX. CONTRADICCIÓN Y UNIDAD

1. La contradicción invierte la vida. Es la inversión de esa corriente creciente de la vida la que se experimenta como sufrimiento. Por ello el sufrimiento es la señal que advierte sobre la necesidad de cambio en la dirección de las fuerzas que se oponen.

2. Aquel que se encuentra detenido en la marcha por su repetida frustración está aparentemente detenido porque, en verdad, regresa. Y una vez y otra vez, los fracasos pasados cierran su futuro. Quien se siente frustrado ve el futuro como repetición de su pasado al tiempo que experimenta la necesidad de separarse de él.

3. Quien presa del resentimiento acomete el futuro, ¿qué no hará por vengar en intrincado desquite, su pasado?

4. Y en la frustración y en el resentimiento se violenta el futuro para que curve su lomo en sufriente regreso.

5. A veces, los sabios recomendaron el amor como escudo protector de los sufrientes embates... Pero la palabra «amor», engañosa palabra, ¿significa para ti el desquite del pasado o una original, límpida y desconocida aventura lanzada al porvenir?

6. Así como he visto a lo solemne cubrir grotescamente lo ridículo, así como he visto a la vacua seriedad enlutar lo grácil del talento, he reconocido en muchos amores la autoafirmación vindicativa.

7. ¿Qué imagen tienes de los sabios? ¿Verdad que los concibes como seres solemnes, de ademanes pausados... como quienes han sufrido enormemente y en función de ese mérito te invitan desde las alturas con suaves frases en las que se repite la palabra «amor»?

8. Yo, en todo verdadero sabio he visto un niño que corretea en el mundo de las ideas y las cosas, que crea generosas y brillantes burbujas a las que él mismo hace estallar. En los chispeantes ojos de todo verdadero sabio he visto «danzar hacia el futuro los pies ligeros de la alegría». Y muy pocas veces he escuchado de su boca la palabra «amor»... porque un sabio verdadero nunca jura en vano.

9. No creas que por la venganza purificas tu pasado sufriente, ni tampoco por usar el «amor» como poderosa palabra, o como recurso de una nueva trampa.

10. Verdaderamente amarás cuando construyas con la mira puesta en el futuro. Y si recuerdas lo que fue un gran amor sólo habrás de acompañarlo con suave y silenciosa nostalgia, agradeciendo la enseñanza que ha llegado hasta tu día actual.

11. Así es que no romperás tu sufrimiento pasado falseando o envileciendo el futuro. Lo harás cambiando la dirección de las fuerzas que provocan contradicción en ti.

12. Creo que sabrás distinguir entre lo que es dificultad (bienvenida sea, ya que puedes saltar sobre ella) y lo que es contradicción (solitario laberinto sin punto de salida).

13. Todo acto contradictorio que por cualquier circunstancia hayas efectuado en tu vida, tiene un inequívoco sabor de violencia interna y de traición a ti mismo. Y no importará por qué motivos te encontraste en esa situación, sino cómo organizaste tu realidad, tu paisaje, en ese preciso instante. Algo se fracturó y cambió tu rumbo. Ello te predispuso a una nueva fractura. Así es que todo acto contradictorio te orienta a su repetición, del modo en que todo acto de unidad, también busca reflotar más adelante.

14. En los actos cotidianos se vencen dificultades, se logran pequeños objetivos, o se cosechan minúsculos fracasos. Son actos que complacen o desagradan pero que acompañan el vivir diario, como los andamios de una gran construcción. Ellos no son la construcción pero son necesarios para que ésta se efectúe. Tal vez estos andamios sean de un material u otro, no importará eso, mientras sean idóneos para su objetivo.

15. En cuanto a la construcción en sí, donde pongas material defectuoso multiplicarás el defecto y donde lo pongas sólido, proyectarás la solidez.

16. Los actos contradictorios o unitivos hacen a la esencial construcción de tu vida. En el momento en que te encuentres enfrentado a ellos no debes equivocarte, porque si lo haces comprometerás tu futuro e invertirás la corriente de tu vida... ¿cómo saldrás del sufrimiento luego?

17. Pero sucede que en estos momentos son numerosos ya tus actos contradictorios. ¿Si desde los cimientos todo está falseado qué queda por hacer? ¿Desmontar acaso toda tu vida para empezar de nuevo? Permíteme decirte que no creo que toda tu construcción sea falsa. Por consiguiente, abandona ideas drásticas que puedan acarrearte males mayores que los que hoy padeces.

18. Una vida nueva no se basa en la destrucción de los «pecados» anteriores sino en su reconocimiento, de modo que resulte clara en adelante la inconveniencia de aquellos errores.

19. Una vida comienza cuando comienzan a multiplicarse los actos unitivos de manera que su excelencia vaya compensando (hasta finalmente desequilibrar favorablemente), la relación de fuerzas anterior.

20. Debes ser muy claro en esto: tú no estás en guerra contigo mismo. Empezarás a tratarte como un amigo con el que hay que reconciliarse, porque la misma vida y la ignorancia te alejaron de él.

21. Necesitarás una primera decisión para reconciliarte comprendiendo tus contradicciones anteriores. Luego, una nueva decisión para querer vencer tus contradicciones. Por último, la decisión de construir tu vida con actos de unidad rechazando los materiales que tanto perjuicio han atraído sobre tu cabeza.

22. Es conveniente, en efecto, que aclares en tu pasado y en tu situación actual los actos contradictorios que verdaderamente te aprisionan. Para reconocerlos te basarás en los sufrimientos acompañados de violencia interna y del sentimiento de traición a ti mismo. Ellos tienen netas señales.

23. No estoy diciendo que debas mortificarte en exhaustivos recuentos sobre el pasado y el momento actual. Recomiendo, simplemente, que consideres todo aquello que cambió tu rumbo en dirección desafortunada y que te mantiene ligado con fuertes ataduras. No te engañes una vez más al decirte que aquellos son «problemas superados». No está superado, ni comprendido adecuadamente, aquello que no se ha cotejado a una nueva fuerza que compense y sobrepase su influencia.

24. Todas estas sugerencias tendrán valor si estás dispuesto a crear un nuevo paisaje en tu mundo interno. Pero nada podrás hacer por ti, pensando sólo en ti. Si quieres avanzar tendrás algún día que admitir que tu misión es humanizar el mundo que te rodea.

25. Si quieres construir una nueva vida libre de contradicciones, superadora creciente del sufrimiento, tendrás en cuenta dos falsos argumentos: el primero se ofrece como la necesidad de solucionar los íntimos problemas antes de acometer ninguna acción constructiva en el mundo. El segundo aparece como un total olvido de sí mismo, como un declamativo «compromiso con el mundo».

26. Si quieres crecer ayudarás a crecer a quienes te rodean. Y esto que afirmo, estés o no de acuerdo conmigo, no admite otra salida.


Anexo 2 [34]

“6.- El sacrificio de los objetivos a cambio de coyunturas exitosas. Algunos defectos habituales.

Toda persona comprometida con la acción conjunta, todo aquel que actúa con otros en la consecución de objetivos sociales con sentido, debe tener en claro muchos defectos que en el pasado arruinaron a las mejores causas. Maquiavelismos ridículos, personalismos por encima de la tarea proclamada en conjunto y autoritarismos de todo tipo, llenan los libros de Historia y nuestra memoria personal.

¿Con qué derecho se utiliza una doctrina, una formulación de acciones, una organización humana, desplazando las prioridades que ellas expresan? ¿Con qué derecho planteamos a otros un objetivo y un destino si luego emplazamos como valor primario un supuesto éxito o una supuesta necesidad de coyuntura? ¿Cuál sería la diferencia con el pragmatismo que decimos repudiar? ¿Dónde estaría la coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos? Los instrumentadores de todos los tiempos han efectuado la básica estafa moral de presentar a otros una imagen futura movilizadora, guardando para sí una imagen de éxito inmediato. Si se sacrifica la intención acordada con otros se abre la puerta a cualquier traición negociada con el bando que se dice combatir. Y, en ese caso, se justifica tal indecencia con una supuesta «necesidad» que se ha escondido en el planteamiento inicial. Quede claro que no estamos hablando del cambio de condiciones y de tácticas en las que todo el que participa comprende la relación entre ellas y el objetivo movilizador planteado. Tampoco nos estamos refiriendo a los errores de apreciación que se pueden cometer en las implementaciones concretas. Estamos observando la inmoralidad que distorsiona las intenciones y ante la cual es imprescindible ponerse alerta. Es importante estar atentos a nosotros mismos y esclarecer a otros para que sepan por anticipado que al romper sus compromisos nuestras manos quedan tan libres como las suyas.

Por cierto que existe distinto tipo de astucias en la utilización de las personas y que no hay forma de hacer un catálogo completo. Tampoco es el caso de convertirnos en «censores morales» porque bien sabemos que detrás de esa actitud está la conciencia represora cuyo objetivo es sabotear toda acción que no controla, inmovilizando con la desconfianza mutua a los compañeros de lucha. Cuando se hace ingresar de contrabando supuestos valores que vienen desde otro campo para juzgar nuestras acciones, es bueno recordar que esa «moral» está en cuestión y que no coincide con la nuestra... ¿cómo esos tales podrían estar entre nosotros?

Por último es importante atender al gradualismo tramposo que se suele practicar para deslizar situaciones en contra de los objetivos planteados. En ese emplazamiento se encuentra todo aquel que nos acompaña por motivos diferentes a los que expresa. Su dirección mental es torcida desde el comienzo y solamente espera la oportunidad de manifestarse. Entre tanto, gradualmente, irá utilizando códigos manifiestos o larvados que responden a un sistema de doble lenguaje. Tal actitud casi siempre coincide con la de aquellos que en nombre de esa organización militante desreferencian a otra gente de buena fe, haciendo caer la responsabilidad de sus barbaridades sobre la cabeza de la gente auténtica.

No es el caso enfatizar en lo que desde hace mucho tiempo se ha conocido como los «problemas internos» de toda organización humana, pero sí me ha parecido conveniente mencionar la raíz coyunturalista que actúa en todo esto y que responde a la presentación de una imagen futura movilizadora guardando para sí una imagen de éxito inmediato.”



[1] O sea, Teoría de la Organización, composición, relación y proceso de las estructuras, tácticas estructurales, etc.

[2]Que nuestros deberes permanentes sean: despertar cada día más armonizado el pensamiento, el sentimiento y la acción y al mismo tiempo, despertar a los demás por la enseñanza y la práctica de ésta, la más humilde y sencilla de las doctrinas.” El Mensaje. 1964

[3] Libro de Escuela. Día 20. El Sufrimiento. (Agosto 1976)

[4] Libro de Escuela. Día 20. El Sufrimiento. (Agosto 1976)

[5] Silo. Obras Completas II. Apuntes de Psicología. Psicología III. Catarsis, Transferencias y Autotransferencias. La Acción en el mundo como forma transferencial. Plaza y Valdés, Buenos Aires, 2005.

[6] Silo. Obras Completas. Volumen I. Humanizar la tierra. X. La Acción Válida. Párrafos 4 y 5. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[7]La acción válida (Las Palmas de Gran Canaria, España, 29/09/78). Charla ante un grupo de estudios.” Silo. Obras Completas. Volumen I. I. Opiniones, comentarios y participación en actos públicos. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[8] Se da por entendido que me refiero al Principio "Cuando tratas a los demás como quieres que te traten te liberas", en Silo. Obras Completas. Volumen I. Humanizar la Tierra. La Mirada Interna. XIII. Los Principios, Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[9] Silo. El Movimiento en la próxima rota. La compensación – Reunión con Silo en El Mirador, Córdoba, Argentina. 01/02/74.

[10] Silo. Seminario sobre La Mirada Interna y La Misión del 80. Tercer Día. Madrid, España 11/03/80 y Bombay, India, 1980.

[11] Qué Entendemos Hoy Por Humanismo Universalista (24/11/94), en Habla Silo, Silo. Obras Completas. Volumen I. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004, pág. 908.

[12] Silo. Obras Completas. Volumen I. Cartas a Mis Amigos. Tercera Carta a Mis Amigos (17 de diciembre de 1991), Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[13]Los Estados Internos”, capítulo XIX, párrafo 6, en Silo. Obras Completas. Volumen I. Humanizar la tierra. El Paisaje Interno. I. La Pregunta. Párrafo 2. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[14] Silo. Obras Completas. Volumen I. Humanizar la tierra. El Paisaje Humano. I. La Pregunta. Párrafo 2. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[15] Acerca de lo humano (Tortuguitas. Buenos Aires, Argentina, 01/05/83). Charla ante un grupo de estudios, en Silo, Obras Completas, Volumen I, págs. 732-733, Plaza y Valdés, Buenos Aires, 2004.

[16] Referencia a “Los Estados Internos”, capítulo XIX, párrafo 6, en Silo. Obras Completas. Volumen I. Humanizar la tierra. El Paisaje Interno. I. La Pregunta. Párrafo 2. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[17] Del Capítulo XVII. El Guía Interno, punto 11, en Silo. Obras Completas. Volumen I. Humanizar la tierra. El Paisaje Interno. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[18] Del capítulo II. La Realidad, párrafo 10, en Silo. Obras Completas. Volumen I. Humanizar la tierra. El Paisaje Interno. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[19] Carta de Mario a Kurt, Mendoza, 21/08/1977, publicada en el Contacto Quincenal del 25 de agosto de 1977.

[20] El Mensaje de Silo. El Camino.

[21] El Mensaje de Silo inspira una profunda religiosidad, El Espíritu Humano.

[22] Aquel que no siente la presencia de otra vida separada del cuerpo, considere que aunque la muerte haya paralizado al cuerpo, las acciones realizadas siguen actuando y su influencia no se detendrá jamás. Esta cadena de acciones desatadas en vida no puede ser detenida por la muerte. ¡Qué profunda es la meditación en torno a esta verdad, aunque no se comprenda totalmente la transformación de una acción en otra!” Ceremonia de Muerte. El Mensaje de Silo.

[23] Libro de Escuela. Día 14. Acerca del Trabajo en Equipo. (Agosto 1976)

[24] I. Explicaciones Generales. Ubicación frente a la Comunidad. Libro de La Comunidad. Silo. Roma, Italia, julio del 2000. Ya presente en su edición de 1981.

[25] Los Aforismos. II. Temas Formativos. Libro de La Comunidad. Silo. Roma, Italia, julio del 2000. Ya presente en su edición de 1981.

[26] Silo. Obras Completas. Volumen I. Cartas a Mis Amigos. Quinta Carta a Mis Amigos (4 de junio de 1992), 6.- El sacrificio de los objetivos a cambio de coyunturas exitosas. Algunos defectos habituales. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[27] Adjuntos como Anexo.

[28] Cartas a Mis Amigos. Primera Carta a Mis Amigos. 7. El cambio humano. (21/02/91), en Silo. Obras Completas. Volumen I. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[29] En el mensaje pronunciado por Silo (¿Qué es hoy el Movimiento Humanista?) en la reunión realizada en el Estadio deportivo Obras Sanitarias de Buenos Aires, el 4 de Enero de 1998.

[30] Silo, Psicología IV. Conferencia dada por Silo en Parque La Reja, Buenos Aires, a mediados de mayo de 2006. d. Fenómenos accidentales y fenómenos deseados. 4. Estructuras de conciencia.

[32] Adjunto como Anexo.

[33] En la pág. 76 de Silo. Obras Completas. Volumen I. Humanizar la tierra. El Paisaje Interno. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

[34] Quinta Carta a Mis Amigos (04/06/92), en Silo. Obras Completas. Volumen I. Plaza y Valdés, Buenos Aires 2004.

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