EXPERIENCIA GUIADA: LA DIVERSIDAD

Introducción: La discriminación a menudo tiene su base en la intolerancia frente a la diversidad, entendiendo a ésta como un menoscabo de la propia identidad o bien una amenaza a ella. Esta actitud cede cuando hay algo más importante que subsume o supera esa aparente contradicción entre lo diverso y se lo comprende como fuente de riqueza y posibilidades. La siguiente experiencia guiada nos pone en situación de reconciliar las diferencias aparentemente incompatibles.




Estamos en la sala de embarque los pasajeros. Pronto volaremos con la nave transbordadora a la estación espacial orbital que se encuentra entre la Luna y la Tierra. Allí está el laboratorio de investigaciones de bioingeniería en condiciones de gravedad nula. Estamos esperando para partir. …

Somos un grupo numeroso. Hay científicos de distintas etnias, de distintos credos, o bien no creyentes, de distintos sexos y edades. En ellos puedo distinguir diferentes culturas, costumbres, los hay vegetarianos y otros que no lo son, con sus vestimentas típicas tan distintas entre sí, e incluso advierto diferentes orientaciones sexuales. Allí está también el gran científico discapacitado, en su silla de ruedas motorizada. Los hay callados, casi ausentes, y otros locuaces al límite de los soportable. Siento que estoy un poco tenso entre estos desconocidos que son tan distintos de mí. Mi mente está inquieta y mi corazón sobresaltado.*

Finalmente vamos abordando la nave y partimos. Estoy sentado en la cabina mientras veo como nos vamos alejando de la Tierra. Nuestro planeta va rotando frente a nuestros ojos maravillados y nos va mostrando los distintos continentes, con sus colores, sus contornos, sus relieves, sus características naturales. A las zonas iluminadas por la luz solar le siguen aquellas donde es de noche. Aun en las zonas oscuras, los puntitos de luz me indican las grandes ciudades de distintos países. Es extraordinario. *

Ahora nos vamos acercando a la estación espacial orbital. Es inmensa, con su estructura de metal bruñido puntuado por luces multicolores. La estación flota ingrávida y silenciosa en un vacío infinito poblado por enormes estrellas inmóviles. Por fin, nos introducimos en uno de sus hangares de acceso y descendemos de nuestra nave en un ambiente con gravedad normal y agradable temperatura.*

Vamos caminando por un corredor, se abre una puerta corrediza ante nosotros y entramos en la sala principal del laboratorio espacial. La sala tiene la forma de una perfecta semiesfera blanca. No se advierten focos de luz: la iluminación parece emanar de la misma superficie de la semiesfera. Mis colegas van tomando asiento en unos bancos de formas austeras, dispuestos en círculos concéntricos en torno al centro del espacio.*

He sido designado para dar la bienvenida, de manera que armado de coraje me dirijo al centro de la sala, donde permanezco en pie frente a todos. Esto ha sido inesperado, de manera que, mientras mis colegas se acomodan, me tomo un tiempo para recorrer con la mirada ese grupo humano multicolor y tratar de captar la diversidad de cada uno de ellos.*

Entonces tomo una bocanada de aire e improviso mis palabras según mi inspiración del momento:

“Estimados colegas: estamos aquí para realizar experimentos científicos en condiciones de gravedad nula. Estos experimentos ayudarán a crear medicinas y tratamientos que salvarán millones de vidas… Más aun, esto nos hará invulnerables a muchísimas enfermedades y prolongará la vida mucho más allá de las expectativas de hoy en día, quizá hasta la inmortalidad física…

“Quisiera recordarles lo que ustedes saben, y es que de acuerdo con los tratados mundiales en vigencia, todas estas nuevas medicinas y tratamientos estarán disponibles de manera gratuita para todo el mundo, sin distinción de ningún tipo, por el sólo hecho de haber nacido humanos…

“Por esto es que invoco el mejor espíritu de equipo entre nosotros. La colaboración que nos brindemos unos a otros redundará en beneficio para nosotros mismos, nuestra propia gente y para el mundo en general. Esto es todo. Les deseo a todos muy buen trabajo”. *

Terminadas estas pocas palabras, algunos aplauden, otros sonríen, y algunos se abrazan con evidente emoción. Poco a poco se van yendo a recorrer la estación y yo me quedo solo en la sala.

Decido ir a visitar el observatorio superior del que tanto me han hablado. Salgo por una puerta lateral, subo a un ascensor cilíndrico unipersonal, y este comienza a elevarse automáticamente por un tubo, en silencio y con suavidad. La cabina cilíndrica del ascensor es transparente, dejándome ver el tubo metálico por el que asciende. Pocos segundos después, el ascensor emerge del tubo hasta detenerse en el final de su recorrido. Salgo, y me doy cuenta que el ascensor me ha llevado hasta en el centro mismo de una gran esfera transparente que me rodea por todas partes. Está netamente distanciada del casco de la estación espacial, conectada solamente por el tubo del ascensor por el que llegué. La esfera es como una gran burbuja de cristal, pero invulnerable a cualquier peligro. Aquí estoy, en el centro mismo, solo, sobre una plataforma circular, con la protección necesaria para que me sienta totalmente seguro y pueda disfrutar del inmenso paisaje. Más allá de las paredes de la esfera, bañadas espectralmente por la luz de la Luna y las estrellas, todo ese universo infinito se despliega insondable a mi alrededor. Quedo extasiado por esa belleza extraña, mi respiración se hace lenta y profunda. *

Allí abajo, la astronave Tierra, brillante gota de color azul suspendida en el negro más absoluto, captura mi inspiración y mis sentimientos. Mientras la observo absorto, mi cuerpo se relaja; mi corazón se sosiega y mi mente se aquieta. *

Me digo, en silencio: ¡Cuán nimias son las diferencias vistas desde aquí! *

¡Qué fútiles me parecen ahora mis peores preocupaciones! *

¡Cuán grande es el misterio de todo lo existente, de la Vida misma! *

Un gran silencio dentro y fuera de mí me sobrecoge. De repente, algo se abre dentro de mí. El tiempo parece quedar suspendido y mi presencia habitual ausente. En un relámpago de comprensión, sé que algo une a todo y todas las cosas, veo que algo liga a todos los seres vivientes entre sí. La Vida, la conciencia humana, la historia: todo está entrelazado con una sutil trama de Sentido.*

Después de un tiempo cuya duración es incierta, voy recuperando mi presencia habitual. Quiero ver a mi gente, mis colegas, y así vuelvo al ascensor cilíndrico e inicio el descenso. Vuelvo a la sala de donde partí. Encuentro a mis colegas que ya están comenzando a preparar el laboratorio. …

Ya no me turban las diferencias entre nosotros. Más aun, me doy cuenta que no podríamos lograr lo que nos proponemos si no aportáramos cada uno con nuestra singular diversidad. La Tierra es nuestro hábitat gracias a que allí se conjugan el día y la noche, el verano y el invierno, lo seco y lo húmedo, lo sólido y lo gaseoso.*

Distintas etnias, religiones, costumbres, sexos, origen o condición: todos nosotros, aun el más diverso entre nosotros, somos parte de un gran equipo y trabajamos por un gran plan que nos une en el eterno viaje hacia un destino mayor.*

Agradeciendo en mi interior y sonriendo, me aboco a hacer mi parte de la mejor manera posible, sin dejarme distraer por todo lo que antes me molestaba de ellos y que ahora me parece el decorado multicolor que estimula y enriquece nuestra tarea.




Fernando A. García // Correo: fernando120750@gmail.com // Blog: http://fernandoagarcia.blogspot.com

 

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